Bestiario e imagen, destino
“Anatomía es
destino”
-
Sigmund
Freud
Mis ojos
desembocan en Una mañana muerta
que da forma a mi
boca y a mis manos.
Un cuerpo irreal
e inconsciente
donde nace la
geometría y se encuentra la génesis del caos.
El aire y el tiempo
fluyen sobre mis ruinas,
líquidos y espesos,
quebrantando lentos, como jirones de tejido, mis despojos.
Estrábicas líneas
que se deshacen como una piel demasiado pequeña.
Una olvidada muda
poblada del recuerdo de una sombra
recorre el
mensaje secreto de una rosa.
Mi sexo y las
llagas en el cuerpo de un crucificado
son el mapa de
mis pecados. Los transito hollando sus cadáveres,
coleccionando sus
alas quebradas pobladas de hojas,
surcando
ejércitos de pájaros que describen
parábolas dibujando
topografías desnudas en ese mismo atlas.
Las miradas son rituales
en cuerpos impenetrables, lluvia y dolor.
Adicción a la
decadencia, cáncer que muta las imágenes en polvo,
en recuerdo e instrumentalidad.
Percepción muerta, afasia.
¿Cuál es el
código que cifran las pieles que recorremos? ¿Cuál es su escritura?
Arcanas liturgias
entre el delirio y la anarquía
que previenen ese
miedo a tocar,
a palpar un
cuerpo y que éste se desvanezca,
a que sólo atrapemos sombras, fantasmas,
imágenes oscuras
proyectadas en el vacío.
Un cuerpo sin
carne, desquiciado, sin sentido,
un cuerpo fútil,
amputado de su esencia.
n Ángel María García Martiartu