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martes, 21 de octubre de 2014

Vestigio


‘Ni el libro ni la arena tienen ni principio ni fin.’
            - Jorge Luis Borges

Percibir la piedra como una herida
abierta, como una obscenidad. Tiempo enquistado. 
Fantasma acusador de todo y de nada, testigo
mudo siempre presente, escrutando
con su rasgada percepción de pájaro inmóvil.

Subterráneo  e impenetrable. Anidando. El deseo
describe una métrica más allá de la carne. Un cuerpo
de vértigos, un abismo
desangrado de  huesos que se parten sobre la roca.
Nostalgia y Anatomía: Melancólico caos.

Deseamos cuerpos (vaciados,
            densos,
                         invadidos).
Un deseo que construimos sobre la imperfección, sobre el recuerdo.
Pero lo físico se impone en cavidades y abismos,
en el infinito aliento del tiempo desde el mismo corazón de la oscuridad.
En la lluvia y la memoria escribiendo
retazos de un sexo fraccionado, en vulvas que florecen, en toros sacrificados,
en criaturas en llamas (vientres de una ternura desgarrada).
Y en la memoria que se perpetúa: copula y espejo.

Realidad, ramera y virgen.
Entrégate a mi hambre, a mi adicción, a la náusea
espiral de mi instinto, feroz y ciego; a mi carne corrompida y oxidada.
Entrégate. Muestra tus huellas, tus reliquias. Deja
emerger tu diseño mineral y silencioso.


-         Ángel María García Martiartu