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martes, 21 de octubre de 2014

Vestigio


‘Ni el libro ni la arena tienen ni principio ni fin.’
            - Jorge Luis Borges

Percibir la piedra como una herida
abierta, como una obscenidad. Tiempo enquistado. 
Fantasma acusador de todo y de nada, testigo
mudo siempre presente, escrutando
con su rasgada percepción de pájaro inmóvil.

Subterráneo  e impenetrable. Anidando. El deseo
describe una métrica más allá de la carne. Un cuerpo
de vértigos, un abismo
desangrado de  huesos que se parten sobre la roca.
Nostalgia y Anatomía: Melancólico caos.

Deseamos cuerpos (vaciados,
            densos,
                         invadidos).
Un deseo que construimos sobre la imperfección, sobre el recuerdo.
Pero lo físico se impone en cavidades y abismos,
en el infinito aliento del tiempo desde el mismo corazón de la oscuridad.
En la lluvia y la memoria escribiendo
retazos de un sexo fraccionado, en vulvas que florecen, en toros sacrificados,
en criaturas en llamas (vientres de una ternura desgarrada).
Y en la memoria que se perpetúa: copula y espejo.

Realidad, ramera y virgen.
Entrégate a mi hambre, a mi adicción, a la náusea
espiral de mi instinto, feroz y ciego; a mi carne corrompida y oxidada.
Entrégate. Muestra tus huellas, tus reliquias. Deja
emerger tu diseño mineral y silencioso.


-         Ángel María García Martiartu

martes, 16 de septiembre de 2014

Babel: horizonte y tejido

Babel: horizonte y tejido
Where does your body begin?
n  Michael Gira

Seppuku. Abrir el vientre
ver fluir una gramática obscena, transitar
los márgenes como heridas,
hundir los dedos;  pintar símbolos con la sangre derramada.

El profundo abismo de la piel,  entre el cuerpo y la palabra.
La caótica cicatriz que reseca
el camino dónde comienza un cadáver. Entre la luz y los huesos, una grieta caníbal. Abrupta y depredadora
como la eternidad en el agua: instinto, flujo desnudo, otredad siempre irreal.

Desdibuja la forma devorada: palabra tras palabra.
Ambigua y oculta dormita
nuestra memoria, bífida y  esperando. Ataca
nacida entre el fuego y la confusión, enroscándose subterránea.

Todo contorno se aniquila. La figura rehúye los ojos hambrientos.
Puntos de fuga cicatrizan la mirada; fantasmas que adormecen
el oscuro sonido destejiendo el recuerdo
hasta que es imposible reconstruir el vacío que nos forma.
Otro comienzo, otra lucha; un nuevo erial tan poroso, tan invadido.

La carne se revela como existencia,
a través de su barbarie. Sin frontera: enigmática, cruda y cerrada.
Un oráculo, caos vibrando.
Voluptuosidad que avanza entre ruinas,
un laberinto con los ojos consumidos por las llamas.
La salvaje caligrafía de un cuerpo.


n  Ángel María García Martiartu

lunes, 11 de agosto de 2014

kintsugi (la belleza de la cicatriz)

kintsugi  (la belleza de la cicatriz)

Hay un lugar donde la luz se oculta
y fecunda de grietas mi escritura; la puebla y agota de infinito,
de ruinas y de pasado. De incesante destino, de efigies y eternidad.

Anagramas y espejos fatigan y multiplican entre tinieblas
cuerpos hilvanando caricias sobre otros cuerpos,
escribiendo, en la piel hermética, palabras. Cifrando huellas
en cada miembro: tigres, árboles y el tacto mineral de la memoria.

Y mis piernas o mis fauces florecen desde el barro: espejismos,
como un rastro de aullido y de ceniza,
inconcluso acceso a lo desconocido: el himen y la noche;
donde un cuerpo baila
la secreta escritura de la lluvia.

la vida es aprender a amar lo que envejece
y tejer y destejer nuestra piel de servidumbres. Es recorrer sus costados,
y que las yemas de los dedos sientan su rugosidad sin apartarse.
Cosechar los reflejos rotos de las cosas, sus espectros
y coserlos con oro  para concebir imágenes donde emerja la belleza.


§  Ángel María García Martiartu

martes, 15 de julio de 2014

Bestiario e imagen, destino

Bestiario e imagen, destino

“Anatomía es destino”
-         Sigmund Freud

Mis ojos desembocan en Una mañana muerta
que da forma a mi boca y a mis manos.
Un cuerpo irreal e inconsciente
donde nace la geometría y se encuentra la génesis del caos.

El aire y el tiempo fluyen sobre mis ruinas,
líquidos y espesos, quebrantando lentos, como jirones de tejido, mis despojos.
Estrábicas líneas que se deshacen como una piel demasiado pequeña.
Una olvidada muda poblada del recuerdo de una sombra
recorre el mensaje secreto de una rosa.
Mi sexo y las llagas en el cuerpo de un crucificado
son el mapa de mis pecados. Los transito hollando sus cadáveres,
coleccionando sus alas quebradas pobladas de hojas,
surcando ejércitos de pájaros que describen
parábolas dibujando topografías desnudas en ese mismo atlas.

Las miradas son rituales en cuerpos impenetrables, lluvia y dolor.
Adicción a la decadencia, cáncer que muta las imágenes en polvo,
en recuerdo e instrumentalidad. Percepción muerta, afasia.
¿Cuál es el código que cifran las pieles que recorremos? ¿Cuál es su escritura?
Arcanas liturgias entre el delirio y la  anarquía
que previenen ese miedo a tocar,
a palpar un cuerpo y que éste se desvanezca,
a  que sólo atrapemos sombras, fantasmas,
imágenes oscuras proyectadas en el vacío.
Un cuerpo sin carne, desquiciado, sin sentido,
un cuerpo fútil, amputado de su esencia.



n  Ángel María García Martiartu

lunes, 28 de abril de 2014

DECONSTRUCCIÓN

      Un bosque de metálicos juncos amarillos
      crece desnudo en mi ventana,
      con maderos muertos, que nacen, en sus copas.
      Donde mi corazón encerrado
      me mira rodeado por animales de musgo verde
      con movimientos recelosos como llevados por un río.

      Crecen los pesados juncos
      golpeando mis mañanas, con sonidos
      de queja amarillenta y roñosa.
      Crecen en días de lluvia rutinaria e invisible
      que pesadamente cae y los alimenta.

      Su savia es de barro y de cemento
      y sus raíces de hierro, dulce y naranja.
      Y se yerguen amenazantes
      sepultando mi odioso corazón.
      Las palomas de sangre picotean sus tallos
      y resbala dulcemente el agua subterránea

      que nace en su corazón de alcantarilla.

BOSQUE DE RAMAS SILENCIOSAS

      Se pierde mi cabeza en un cuerpo de barro
      con mi boca ardiendo, con mis manos.
      Buscando un bosque de sangre,
      un amargo bosque lleno de árboles rotos
      con los ojos llorosos llenos de tristeza.
      Tristeza inmóvil.

      Donde hay pájaros que con sus picos
      rodean a las niñas olvidadas y
      destrozan sus brazos donde duerme el silencio.
      Yo los miro y sonrío
      porque mi boca recogerá el aire amargo
      que caiga de los huecos marchitos de sus manos. 

      S‚ que se abrirán los árboles con su piel de madera
      y que corazones de plomo latirán desenfrenados y suaves
      como crecen los cabellos subterráneos para ocultarme.
      Sé que mis ojos correrán desnudos, que malditos,
      maldecirán los ojos que te miran y las bocas que te hablan.

      Y gritaré al viento entre los árboles
      y él llevará mi grito por los campos

      como la guitarra grita por su oscura boca.

BESOS

      Rozaron tu boca los espinos
      e hicieron caminos de sangre
      recorridos por mis llagas
      asfaltados con alambre.
      Me alimento con tus besos
      tu sudor y tus suspiros
      con tu sangre, con tu vientre
      con tu amor y tus quejidos.
      Con tu sombra, con tu cuerpo
      con tu mirada, tus ojos
      con el vacío que dejas
      con tu nariz, con tus cejas
      y con esos dos trazos de sangre

      con los que a veces me besas.

AMANECER

     Antes de que el día rompa
     el marchito vientre de la noche.
      Cerca del horizonte, oscuras palomas
      revientan el aire con sus alas.
      Y sus cortejos nupciales
      anuncian el fin de su soledad.
      La luz mancha poco a poco el cielo,
      que se pierde en su árido reflejo.
      Y alarga en sombras trozos de mi habitación.
      Crecen desordenados pedazos de mi cama, y
      aumentan, delgados, los brazos de las sillas.
      Todo lo alimenta, menos mi rostro
      que descansa entre mis manos.
      Recorre las paredes con su boca
      que blancas se vuelven a su contacto y
      va mermando el espacio negro de mi corazón.
      Convirtiendo mi interior en un montón

      de chatarra, de muebles, suelos y paredes.

ABECEDARIO DE LLANTO

      En el fondo de una habitación
      hay un niño que sangra números negros,
      números afilados, números rotos, tristes,
      y letras infinitamente rojas, azules y negras.
      Vocales de sangre y sueño
      que se escurren lentamente por su mesa
      y que lentamente pueblan su bata.
      En el fondo de una habitación 
      hay un niño que escribe silencios
      y mujeres de azul espacial,
      come relojes llenos de agujas
      y en el otoño de sus ojos tristes

      comienzan a nacer los versos de un telegrama.

tanda de poemas antiguos...

como indica el título, pues eso...  una serie de poemas antiguos, uno por entrada

viernes, 18 de abril de 2014

EL VALS DE LAS TIJERAS

La noche se precipita obstinada, feroz, depredadora;
dibujando el horizonte
donde las tijeras desnudan sus ojos
para bailar al compás de los tambores.

En la oscuridad, en la profundidad de los desvanes,
deslumbra el inmaculado brillo de sus garras afiladas:
unidas unas contra otras como los dedos de una mano.
Golpeando sus delgados cuerpos
cicatrizando sus puntas en el suelo.
Girando sin parar
con su piel acuchillada y triste de abrazarse en silencio.

Suenan sus pies hechos de tiempo
el viento se escurre entre el espacio de sus cuerpos
a tiras, a trozos, deformándose,
elevando sus movimientos, agujereando sus cabezas.
Entre sus caderas que se besan, doloridas,
como los árboles que nacen en las entrañas.
Y el aire comienza a sangrar con su vuelo frenético
cada vez más rápido,
una vuelta,
y otra,
y otra,
y otra ....
Rayando el suelo con sus manos.
Sin poder tocarse.
Bailando y dejando a su paso el surco de las lágrimas.

PRESENTE, PASADO Y FUTURO DE LAS MIGRACIONES. LA ARQUITECTURA DEL AIRE

Recorro la incertidumbre
(turbia, devastadora),
con los ojos cerrados, con las manos abiertas: Tanteando.
Sintiendo la realidad,
la irregular materia de lo indescifrable crecer rozando la yema de mis dedos.
Cosida de sueños y recuerdos, la dibujo incompleta, recién nacida.
Se muestra abierta y moribunda. Desmembrada
y efímera como un río.

Despierto. Y la noche enquista lo infinito,
el tiempo se deshace entre las manos a jirones
para transmutar en recuerdo;
Donde lo inalcanzable se convierte en imágenes temblorosas y rocío,
donde todo se convierten en memoria.

Me violentan los vestigios del presente;
sus restos, con su tacto acuático.
Lo siento dejándome atrás en su huida, asolándose a cada instante.
Lo transito, fluido, mientras se pega a mi epidermis como un himen,
como si profanara o fecundara al futuro con su cuerpo.

Geometría aletargada en el caos, en la piel muerta de los relojes,
bosques anunciando el infinito que cubre mis entrañas.
Derrotado por lo que ya ha sido,
por péndulos que se aniquilan en otoños, ovillándose,
su cadáver se deshace en caminos imprevisibles.

Siento sus cuerpos migratorios, la sal acumulada, sus miradas de mercurio triste.
Todo es mineral y atávico, todo me refleja y multiplica.
Soy todos los hombres y ninguno.

Mi futuro se deshace en topografías.
En mapas, tatuajes, partituras:
nombres de ángeles y demonios escritos en mi piel.
En sonidos suspendidos en el aire
que rasgan la frontera de las palabras: música como tiempo, tiempo en el espacio,
notas infinitas que agonizan en la lluvia.
Todo es recuerdo. Todo es instinto
que alimenta la memoria; preñado de signos,
cosido de sonidos, de sangre palpitando, de cópula y semen en los labios.

Mis miembros despiertan sumidos en un río,
luchan en la corriente
que se alimenta de los cuerpos que intercambian escamas mortuorias
de sus nervios, de la piel y los instantes.
Miembros que se construyen de hueso, de pulpa dulce, de roca y de pasado.
De flujo incesante, de noche, de sonido.
De arquitecturas, de mi cuerpo derruido. De imágenes y señales.

Memoria violenta escritura.

LA PIEL DE LOS RECUERDOS, LA PIEL DE LA MEMORIA

Límites, fronteras.
Mi piel como las otras pieles; todas iguales todas distintas.
Tan informes e inconclusas, tan toscas e inacabadas
con la imperfección del lenguaje como huella;
Esa oscura frontera donde habitan las palabras: imprecisa, indefinida,
lujuriosa puerta al olvido y la confusión,
hechura forjada en el viento, en el aliento intimo de las cosas,
sombra mercúrea, forma permeable,
grafía turbia y porosa que intenta enclaustrar la memoria,
lánguida prisión que vanamente encierra al recuerdo,
a su arquitectura ambigua y desdibujada, a su orografía cambiante y
maliciosa.

Recuerdo y memoria.
Cada palabra contiene mi historia, dibuja el camino invisible que recorro.
Cada palabra revela lo esencial, lo primario, su valor ecuménico
pero cubre y enquista la percepción acumulada,
la percepción de todos los significados que ha tenido en mi vida,
cada imagen, cada trazo, cada rasgo cosido a la imagen primigenia,
cada pequeño trozo y variación,
cada fragmento, cada fracción, cada partícula.
Todo lo que la hace ser lo que es ahora.

Heridas, llagas.
Crisálidas en continua transformación sin mudar su piel,
larvas en metamorfosis sin que su horizonte se perturbe,
palabras en crecimiento, en infinita mutación sin cambio aparente.
La misma forma, distintas tripas.

Hálito, aliento, soplo.
¿Qué separa las palabras en mi boca? un sonido se entremezcla con otro
enturbiando su significado, manchando para siempre su materia.
Lengua/sonido/forma.
Palabra: animal variable y polimorfo.

UN INSTANTE, BRILLO EN LAS ESCAMAS.......

Ni siquiera el viento detiene la obstinada voracidad del presente: 
esa terquedad volátil pero continua que horada y derruye la existencia; 
esa presencia incesante 
     -turbia, fugitiva, efímera- 
sutil como el reflejo de la luz en la superficie de un río; 
con esa avidez inconsciente del lactante, 
con ese sabor a herrumbre y tierra seca que deja la sangre en la boca, 
moviéndose de forma intermitente y sin descanso; como la lluvia: gota a gota … 

Despierta mi osamenta de recuerdo: mineral e inmóvil; 
la memoria de la carne se abre paso hambrienta, 
entre la hostil persistencia del presente y su fugaz agonía, 
y un reflejo sordo permanece en la memoria. Como el dolor en la cicatriz, sólo recuerdo… 
El frío y dulce beso del espejo nos muestra cada instante como un brillo que se pierde, 
momentos que se escriben con un alfabeto de silencios, 
de cuerpos hollados por nuestras manos, de pieles recorridas. 

Dibujamos el esbozo de nostalgias, 
nuestros miembros se pierden entre resonancias de palabras nunca dichas, 
recorren ecos minerales hechos de hueso y obstinación; 
huecos que se completan de lujurias o de muerte, 
que se tejen en sonidos perdidos en las entrañas oscuras de la noche, 
para descubrir la fosforescencia irreal y apagada de las voces que hemos amado 
y permanecen en el tiempo como si fueran hilos invisibles que soportan nuestra existencia. 

La arena y el agua resbalan entre mis dedos 
    (el tiempo se mide en gotas de agua y granos de arena, en palabras que devora el presente) 
como una piel agrietada y deforme, 
como una piel muerta que dejara paso a la nueva carne 
que siendo la misma, vuelve a surgir cambiada. 
Y entonces miro mis manos, 
    (en ellas observo la fidelidad constante de cambiar) 
las venas, oscuras como vetas, rompen la lividez producida por años de encierro. 
Las miro absorto: 
    - su arquitectura funcional, su estructura, el orden que imponen a su oficio- 
Las veo esculpir el aire con su forma 
    (como amantes que encajaran perfectamente) 
en un baile furioso, con sus cuerpos de insecto, una sobre otra, 
copulando como fantásticos animales salidos de algún bestiario apócrifo. 
Las veo desnudar oscuros maniquíes que muestran en sus miembros cicatrizados 
lo irreal del recuerdo que teje nuestra memoria, hilando imágenes, 
pieles olvidadas, olores azules en sus tripas húmedas 
mientras en los huecos crecen momentos que nunca han existido.

LA CIUDAD SUMERGIDA, LA ÚLTIMA PIEL

Casi líquido,
el aire resbala entre mis dedos, rojo oscuro casi azul,
opaco frenesí.
Reflejando, en simetría, sin mentira posible como un espejo;
aquello que se cruza en su camino:
laberintos,
el caos que escribo con mis labios sobre tu piel,
la crueldad de una caricia o el lenguaje de la lluvia.
Todo se suma a la entropía susurrada en su oído.

Bajo el agua todo ocupa su lugar, en silencioso desfile,
ni tu piel translucida (que grita heridas tan blancas como cisnes de  plata),
ni tu boca  (susurrando árboles hambrientos)
concluyen, mudas,
la descomposición ni el desorden.

El viento barre dulces calles calladas,
rectilíneos pasillos vacíos en una procesión de sombras
donde el recuerdo se hace carne en lo que no ha sido,
sin miembros ni párpados
sólo cartografías infinitas como catálogos de arena,
ilimitadas y cruzadas por líneas torcidas o emborronadas.

La voz de mi ceguera construye su piel a través del viento
escrutando la cicatriz íntima de las cosas,
fatigando esa grieta,
para franquear la puerta que muestra lo inseparable,
lo intestino.
Hilando lo deshilachado y deforme. Mi  identidad  descarnada y obscena.

SHADOW RING, RING OF FIRE (TIEMPO)

it makes a firery ring bound by wild Desire
-         Johnny Cash

A través de la lluvia, en la que toda forma habita,
su respiración desdibujada
y las líneas de su figura se intuyen desde un oscuro rincón,
fuera de mi alcance.
Siento su presencia:
huellas llenando un espacio indefinido,
una arquitectura silenciosa preñada de caos,
un cuerpo abierto más allá de la luz.

Devenir. Con mi boca reseca y agrietada beso la adicción,  
acojo la servidumbre que se enrosca, amorosa, sobre mi cuerpo.
Siento como destila su esencia en mi sangre,
como lo ansía mi deseo (como un gusano ciego -sin ojos-
               escrutando el aire,
               oliendo lo que se me veda, moviéndose ávido e inconsciente).

El que mira construye,
con su melancólico anhelo esculpiendo el tránsito y la muerte.
Con su mirada en la memoria (reflujos, mareas)
tallando imágenes donde sólo hay fluido,
aniquilando el recuerdo a través del deseo.

Mirar cara a cara al abismo (vertical, cristalino)
y ver reflejado un monstruo cambiante:
reconocerlo,
amarlo y temerlo,
aprender a escribir su nombre con temblorosos trazos a través de las horas.
Vivir es olvidar esa corriente que todo lo marca y contamina,
todo lo intoxica y macula 
como un primigenio grito que con sus manos astillara un millar de flores.
Nada escapa a su flujo creador, a su simiente.
Tiempo, gramática imperfecta que alimenta nuestras vidas.

AVALANCHA

it's just the shadow, shadow of my wound.
- Leonard Cohen

La noche me arrulla con su voz ronca
e invade mis sueños de voraces y melancólicos insectos.
Me acuna
con el mismo viento con que mueve los árboles
y, salvaje , se precipita sobre mis ojos.

Las horas se desmoronan a mi paso,
arrastrando en su caída a mi memoria.
Donde todo es abismo, lenguaje y recuerdo;
y cada objeto enfrenta su frontera como un filo
con esa claridad que viene con el frío.

Existe cierto equilibrio de funámbulo en lo que evoco:
imágenes entre la mística y la desolación, seductoras,
con Una carnalidad que se manifiesta porosa e indescifrable;
Símbolos que estallan en una realidad preñada de mito y desorden
entre lo vivido y lo referencial que ocupa su lugar.

La liturgia marca mi piel oxidada
(la costumbre y el rito, la palabra)
golpeando sobre mi cuerpo desnudo y sin lenguaje:
sólo carne muda cubierta de deseo y de caos
husmeando ese tren de sombras que se sucede a cada minuto
buscando simetría: la falsa comodidad de lo ordenado.
Pero la belleza es convulsa y esquiva
y se tambalea derrumbándose a través de mi deseo
recorriendo el recuerdo, la realidad y el tiempo
escondiéndose en rincones oscuros
mientras la euritmia de mis miembros se pierde entre  piel e imágenes
y sólo queda
ese silencio del que todo emerge: lo imaginario, lo simbólico, lo real.