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lunes, 28 de abril de 2014

DECONSTRUCCIÓN

      Un bosque de metálicos juncos amarillos
      crece desnudo en mi ventana,
      con maderos muertos, que nacen, en sus copas.
      Donde mi corazón encerrado
      me mira rodeado por animales de musgo verde
      con movimientos recelosos como llevados por un río.

      Crecen los pesados juncos
      golpeando mis mañanas, con sonidos
      de queja amarillenta y roñosa.
      Crecen en días de lluvia rutinaria e invisible
      que pesadamente cae y los alimenta.

      Su savia es de barro y de cemento
      y sus raíces de hierro, dulce y naranja.
      Y se yerguen amenazantes
      sepultando mi odioso corazón.
      Las palomas de sangre picotean sus tallos
      y resbala dulcemente el agua subterránea

      que nace en su corazón de alcantarilla.

BOSQUE DE RAMAS SILENCIOSAS

      Se pierde mi cabeza en un cuerpo de barro
      con mi boca ardiendo, con mis manos.
      Buscando un bosque de sangre,
      un amargo bosque lleno de árboles rotos
      con los ojos llorosos llenos de tristeza.
      Tristeza inmóvil.

      Donde hay pájaros que con sus picos
      rodean a las niñas olvidadas y
      destrozan sus brazos donde duerme el silencio.
      Yo los miro y sonrío
      porque mi boca recogerá el aire amargo
      que caiga de los huecos marchitos de sus manos. 

      S‚ que se abrirán los árboles con su piel de madera
      y que corazones de plomo latirán desenfrenados y suaves
      como crecen los cabellos subterráneos para ocultarme.
      Sé que mis ojos correrán desnudos, que malditos,
      maldecirán los ojos que te miran y las bocas que te hablan.

      Y gritaré al viento entre los árboles
      y él llevará mi grito por los campos

      como la guitarra grita por su oscura boca.

BESOS

      Rozaron tu boca los espinos
      e hicieron caminos de sangre
      recorridos por mis llagas
      asfaltados con alambre.
      Me alimento con tus besos
      tu sudor y tus suspiros
      con tu sangre, con tu vientre
      con tu amor y tus quejidos.
      Con tu sombra, con tu cuerpo
      con tu mirada, tus ojos
      con el vacío que dejas
      con tu nariz, con tus cejas
      y con esos dos trazos de sangre

      con los que a veces me besas.

AMANECER

     Antes de que el día rompa
     el marchito vientre de la noche.
      Cerca del horizonte, oscuras palomas
      revientan el aire con sus alas.
      Y sus cortejos nupciales
      anuncian el fin de su soledad.
      La luz mancha poco a poco el cielo,
      que se pierde en su árido reflejo.
      Y alarga en sombras trozos de mi habitación.
      Crecen desordenados pedazos de mi cama, y
      aumentan, delgados, los brazos de las sillas.
      Todo lo alimenta, menos mi rostro
      que descansa entre mis manos.
      Recorre las paredes con su boca
      que blancas se vuelven a su contacto y
      va mermando el espacio negro de mi corazón.
      Convirtiendo mi interior en un montón

      de chatarra, de muebles, suelos y paredes.

ABECEDARIO DE LLANTO

      En el fondo de una habitación
      hay un niño que sangra números negros,
      números afilados, números rotos, tristes,
      y letras infinitamente rojas, azules y negras.
      Vocales de sangre y sueño
      que se escurren lentamente por su mesa
      y que lentamente pueblan su bata.
      En el fondo de una habitación 
      hay un niño que escribe silencios
      y mujeres de azul espacial,
      come relojes llenos de agujas
      y en el otoño de sus ojos tristes

      comienzan a nacer los versos de un telegrama.

tanda de poemas antiguos...

como indica el título, pues eso...  una serie de poemas antiguos, uno por entrada

viernes, 18 de abril de 2014

EL VALS DE LAS TIJERAS

La noche se precipita obstinada, feroz, depredadora;
dibujando el horizonte
donde las tijeras desnudan sus ojos
para bailar al compás de los tambores.

En la oscuridad, en la profundidad de los desvanes,
deslumbra el inmaculado brillo de sus garras afiladas:
unidas unas contra otras como los dedos de una mano.
Golpeando sus delgados cuerpos
cicatrizando sus puntas en el suelo.
Girando sin parar
con su piel acuchillada y triste de abrazarse en silencio.

Suenan sus pies hechos de tiempo
el viento se escurre entre el espacio de sus cuerpos
a tiras, a trozos, deformándose,
elevando sus movimientos, agujereando sus cabezas.
Entre sus caderas que se besan, doloridas,
como los árboles que nacen en las entrañas.
Y el aire comienza a sangrar con su vuelo frenético
cada vez más rápido,
una vuelta,
y otra,
y otra,
y otra ....
Rayando el suelo con sus manos.
Sin poder tocarse.
Bailando y dejando a su paso el surco de las lágrimas.

PRESENTE, PASADO Y FUTURO DE LAS MIGRACIONES. LA ARQUITECTURA DEL AIRE

Recorro la incertidumbre
(turbia, devastadora),
con los ojos cerrados, con las manos abiertas: Tanteando.
Sintiendo la realidad,
la irregular materia de lo indescifrable crecer rozando la yema de mis dedos.
Cosida de sueños y recuerdos, la dibujo incompleta, recién nacida.
Se muestra abierta y moribunda. Desmembrada
y efímera como un río.

Despierto. Y la noche enquista lo infinito,
el tiempo se deshace entre las manos a jirones
para transmutar en recuerdo;
Donde lo inalcanzable se convierte en imágenes temblorosas y rocío,
donde todo se convierten en memoria.

Me violentan los vestigios del presente;
sus restos, con su tacto acuático.
Lo siento dejándome atrás en su huida, asolándose a cada instante.
Lo transito, fluido, mientras se pega a mi epidermis como un himen,
como si profanara o fecundara al futuro con su cuerpo.

Geometría aletargada en el caos, en la piel muerta de los relojes,
bosques anunciando el infinito que cubre mis entrañas.
Derrotado por lo que ya ha sido,
por péndulos que se aniquilan en otoños, ovillándose,
su cadáver se deshace en caminos imprevisibles.

Siento sus cuerpos migratorios, la sal acumulada, sus miradas de mercurio triste.
Todo es mineral y atávico, todo me refleja y multiplica.
Soy todos los hombres y ninguno.

Mi futuro se deshace en topografías.
En mapas, tatuajes, partituras:
nombres de ángeles y demonios escritos en mi piel.
En sonidos suspendidos en el aire
que rasgan la frontera de las palabras: música como tiempo, tiempo en el espacio,
notas infinitas que agonizan en la lluvia.
Todo es recuerdo. Todo es instinto
que alimenta la memoria; preñado de signos,
cosido de sonidos, de sangre palpitando, de cópula y semen en los labios.

Mis miembros despiertan sumidos en un río,
luchan en la corriente
que se alimenta de los cuerpos que intercambian escamas mortuorias
de sus nervios, de la piel y los instantes.
Miembros que se construyen de hueso, de pulpa dulce, de roca y de pasado.
De flujo incesante, de noche, de sonido.
De arquitecturas, de mi cuerpo derruido. De imágenes y señales.

Memoria violenta escritura.

LA PIEL DE LOS RECUERDOS, LA PIEL DE LA MEMORIA

Límites, fronteras.
Mi piel como las otras pieles; todas iguales todas distintas.
Tan informes e inconclusas, tan toscas e inacabadas
con la imperfección del lenguaje como huella;
Esa oscura frontera donde habitan las palabras: imprecisa, indefinida,
lujuriosa puerta al olvido y la confusión,
hechura forjada en el viento, en el aliento intimo de las cosas,
sombra mercúrea, forma permeable,
grafía turbia y porosa que intenta enclaustrar la memoria,
lánguida prisión que vanamente encierra al recuerdo,
a su arquitectura ambigua y desdibujada, a su orografía cambiante y
maliciosa.

Recuerdo y memoria.
Cada palabra contiene mi historia, dibuja el camino invisible que recorro.
Cada palabra revela lo esencial, lo primario, su valor ecuménico
pero cubre y enquista la percepción acumulada,
la percepción de todos los significados que ha tenido en mi vida,
cada imagen, cada trazo, cada rasgo cosido a la imagen primigenia,
cada pequeño trozo y variación,
cada fragmento, cada fracción, cada partícula.
Todo lo que la hace ser lo que es ahora.

Heridas, llagas.
Crisálidas en continua transformación sin mudar su piel,
larvas en metamorfosis sin que su horizonte se perturbe,
palabras en crecimiento, en infinita mutación sin cambio aparente.
La misma forma, distintas tripas.

Hálito, aliento, soplo.
¿Qué separa las palabras en mi boca? un sonido se entremezcla con otro
enturbiando su significado, manchando para siempre su materia.
Lengua/sonido/forma.
Palabra: animal variable y polimorfo.

UN INSTANTE, BRILLO EN LAS ESCAMAS.......

Ni siquiera el viento detiene la obstinada voracidad del presente: 
esa terquedad volátil pero continua que horada y derruye la existencia; 
esa presencia incesante 
     -turbia, fugitiva, efímera- 
sutil como el reflejo de la luz en la superficie de un río; 
con esa avidez inconsciente del lactante, 
con ese sabor a herrumbre y tierra seca que deja la sangre en la boca, 
moviéndose de forma intermitente y sin descanso; como la lluvia: gota a gota … 

Despierta mi osamenta de recuerdo: mineral e inmóvil; 
la memoria de la carne se abre paso hambrienta, 
entre la hostil persistencia del presente y su fugaz agonía, 
y un reflejo sordo permanece en la memoria. Como el dolor en la cicatriz, sólo recuerdo… 
El frío y dulce beso del espejo nos muestra cada instante como un brillo que se pierde, 
momentos que se escriben con un alfabeto de silencios, 
de cuerpos hollados por nuestras manos, de pieles recorridas. 

Dibujamos el esbozo de nostalgias, 
nuestros miembros se pierden entre resonancias de palabras nunca dichas, 
recorren ecos minerales hechos de hueso y obstinación; 
huecos que se completan de lujurias o de muerte, 
que se tejen en sonidos perdidos en las entrañas oscuras de la noche, 
para descubrir la fosforescencia irreal y apagada de las voces que hemos amado 
y permanecen en el tiempo como si fueran hilos invisibles que soportan nuestra existencia. 

La arena y el agua resbalan entre mis dedos 
    (el tiempo se mide en gotas de agua y granos de arena, en palabras que devora el presente) 
como una piel agrietada y deforme, 
como una piel muerta que dejara paso a la nueva carne 
que siendo la misma, vuelve a surgir cambiada. 
Y entonces miro mis manos, 
    (en ellas observo la fidelidad constante de cambiar) 
las venas, oscuras como vetas, rompen la lividez producida por años de encierro. 
Las miro absorto: 
    - su arquitectura funcional, su estructura, el orden que imponen a su oficio- 
Las veo esculpir el aire con su forma 
    (como amantes que encajaran perfectamente) 
en un baile furioso, con sus cuerpos de insecto, una sobre otra, 
copulando como fantásticos animales salidos de algún bestiario apócrifo. 
Las veo desnudar oscuros maniquíes que muestran en sus miembros cicatrizados 
lo irreal del recuerdo que teje nuestra memoria, hilando imágenes, 
pieles olvidadas, olores azules en sus tripas húmedas 
mientras en los huecos crecen momentos que nunca han existido.

LA CIUDAD SUMERGIDA, LA ÚLTIMA PIEL

Casi líquido,
el aire resbala entre mis dedos, rojo oscuro casi azul,
opaco frenesí.
Reflejando, en simetría, sin mentira posible como un espejo;
aquello que se cruza en su camino:
laberintos,
el caos que escribo con mis labios sobre tu piel,
la crueldad de una caricia o el lenguaje de la lluvia.
Todo se suma a la entropía susurrada en su oído.

Bajo el agua todo ocupa su lugar, en silencioso desfile,
ni tu piel translucida (que grita heridas tan blancas como cisnes de  plata),
ni tu boca  (susurrando árboles hambrientos)
concluyen, mudas,
la descomposición ni el desorden.

El viento barre dulces calles calladas,
rectilíneos pasillos vacíos en una procesión de sombras
donde el recuerdo se hace carne en lo que no ha sido,
sin miembros ni párpados
sólo cartografías infinitas como catálogos de arena,
ilimitadas y cruzadas por líneas torcidas o emborronadas.

La voz de mi ceguera construye su piel a través del viento
escrutando la cicatriz íntima de las cosas,
fatigando esa grieta,
para franquear la puerta que muestra lo inseparable,
lo intestino.
Hilando lo deshilachado y deforme. Mi  identidad  descarnada y obscena.

SHADOW RING, RING OF FIRE (TIEMPO)

it makes a firery ring bound by wild Desire
-         Johnny Cash

A través de la lluvia, en la que toda forma habita,
su respiración desdibujada
y las líneas de su figura se intuyen desde un oscuro rincón,
fuera de mi alcance.
Siento su presencia:
huellas llenando un espacio indefinido,
una arquitectura silenciosa preñada de caos,
un cuerpo abierto más allá de la luz.

Devenir. Con mi boca reseca y agrietada beso la adicción,  
acojo la servidumbre que se enrosca, amorosa, sobre mi cuerpo.
Siento como destila su esencia en mi sangre,
como lo ansía mi deseo (como un gusano ciego -sin ojos-
               escrutando el aire,
               oliendo lo que se me veda, moviéndose ávido e inconsciente).

El que mira construye,
con su melancólico anhelo esculpiendo el tránsito y la muerte.
Con su mirada en la memoria (reflujos, mareas)
tallando imágenes donde sólo hay fluido,
aniquilando el recuerdo a través del deseo.

Mirar cara a cara al abismo (vertical, cristalino)
y ver reflejado un monstruo cambiante:
reconocerlo,
amarlo y temerlo,
aprender a escribir su nombre con temblorosos trazos a través de las horas.
Vivir es olvidar esa corriente que todo lo marca y contamina,
todo lo intoxica y macula 
como un primigenio grito que con sus manos astillara un millar de flores.
Nada escapa a su flujo creador, a su simiente.
Tiempo, gramática imperfecta que alimenta nuestras vidas.

AVALANCHA

it's just the shadow, shadow of my wound.
- Leonard Cohen

La noche me arrulla con su voz ronca
e invade mis sueños de voraces y melancólicos insectos.
Me acuna
con el mismo viento con que mueve los árboles
y, salvaje , se precipita sobre mis ojos.

Las horas se desmoronan a mi paso,
arrastrando en su caída a mi memoria.
Donde todo es abismo, lenguaje y recuerdo;
y cada objeto enfrenta su frontera como un filo
con esa claridad que viene con el frío.

Existe cierto equilibrio de funámbulo en lo que evoco:
imágenes entre la mística y la desolación, seductoras,
con Una carnalidad que se manifiesta porosa e indescifrable;
Símbolos que estallan en una realidad preñada de mito y desorden
entre lo vivido y lo referencial que ocupa su lugar.

La liturgia marca mi piel oxidada
(la costumbre y el rito, la palabra)
golpeando sobre mi cuerpo desnudo y sin lenguaje:
sólo carne muda cubierta de deseo y de caos
husmeando ese tren de sombras que se sucede a cada minuto
buscando simetría: la falsa comodidad de lo ordenado.
Pero la belleza es convulsa y esquiva
y se tambalea derrumbándose a través de mi deseo
recorriendo el recuerdo, la realidad y el tiempo
escondiéndose en rincones oscuros
mientras la euritmia de mis miembros se pierde entre  piel e imágenes
y sólo queda
ese silencio del que todo emerge: lo imaginario, lo simbólico, lo real.

MINOTAURO

…nada es comunicable por el arte de la escritura…
- Asterión (Jorge Luis Borges)

Noche, cuerpo suturado de neón y frío, que construyes gritos en mi pecho
que amamantas en el laberinto de tu pelo horribles pesadillas,
tejiendo como la parca el tiempo que se escapa entre mis dedos.

Mi cuerpo es un lenguaje mutilado tejido de óxido y silencio,
cosido de cicatrices como bocas donde crecen rosas y países.
Toco la herida. Lo irreal surge de la carne.
Cada palabra es Un nacimiento, una nueva piel (confusa, distinta)
que respira a través de las fracturas de un cuerpo hecho de imágenes,
atravesando una nueva carne construida sobre la memoria:
barniz y piedra mutilados, silencio lento, líquido, secreto;
miembros descompuestos y vueltos a coser,
óleos (aceites y excremento), palabras encontradas una y mil veces,
hueso, plástico y silicio, sombras reflejadas en la piedra.
Todas arquitecturas efímeras del sueño y su gramática rota,
de la adicción y su escritura: lenguaje, símbolo y laberinto.

El tiempo es sombra y recuerdo, una marca, un simulacro,
un flujo que domestica nuestros apetitos a fuerza de transitarlos.
Cada minuto, cada gota es Una piel tejida por los otros, una liturgia,
un tatuaje sagrado en el cuerpo de Dios
donde todo vuelve a su origen: el cuerpo al cuerpo, la ceniza a la ceniza.
La luz devora mi escritura bicéfala, mi cuerpo herido
y a través de la lluvia construye  mi nombre.

Detrás de las palabras (del metal y de la piedra) solo queda la carne.
No somos sino memoria.

CORPUS


…no existe nada más inútil que un órgano.
- Antonin Artaud

Recorro los cuerpos como a una ciudad imperceptible,
oculta tras la niebla. Construcción irreal, erigida en el vacío.
Arquitectura opaca, imperfecta.

Percibo en ellos una escritura invisible, atravesada y lenta;
una corriente eterna e inalterable, inalcanzable como la lluvia.

Los miro vacilantes,
entre el flujo de palabra y de deseo que los construye.

Orden.
Tu piel es mi lenguaje,
mi voz se deshace en flores como vaginas,
dulces y oscuras como ríos de aguas subterráneas.
Volver la mirada, lemniscata y oxido;
susurrar a cada miembro inútil
(persistente en la oscuridad) su identidad perdida,
su inmersión en el océano.
Mi cuerpo ansía las cadenas: Regla, realidad, lenguaje.

Disposición. 
Tumulto, órganos, laberinto.
Espejo: óvalo furioso,
imagen especular de mi demencia,  locura apenas perceptible,
carne y esencia, caverna hueso aorta.
Caótica llama se derrama
intestina osamenta que todo lo arrasa y asola
cóncava y convexa su belleza.

Euritmia.
El vómito sobreviene,
derviches como fémures girando en una vitrina,
girasoles creciendo en la noche:
sustancia confusa, materia cruda e inefable en un movimiento perpetuo.
Rasgar una palabra,
beber su pulpa dulce, sentir en la boca
su aliento antes de morir, su anatomía silenciosa.
Cadenas, carne y recuerdo.

Simetría
Sólo la mirada de un loco atraviesa un cuerpo bello.
Miramos desde cuencas vacías
esa belleza enterrada y moribunda.
Abandonamos fantasmas como pieles muertas, obscenidad y memoria
cáscaras hendidas incapaces de contener ninguna semilla.
La belleza es una pústula,
un saco de infamia y podredumbre que corrompe todo lo que toca,
que destruye la inocencia como un cuerpo gangrenado.
Solo el aliento de un loco lo acaricia con palabras.

Decoro
Estructura esqueleto forma.
Mis miembros no dejan marcas
            - desaparecen en la marea,
              como la roca calcifica un cadáver: lentamente,
              sin misericordia; sin mirar atrás. Sintiendo al tiempo su aliado -
Mi cuerpo es Una cartografía olvidada tejida de rastros y colores, de huellas;
una tierra hollada por una corriente tumultuosa,
surcada por Un susurro abierto en canal.
Anatomía y crucifixión, geometría y holocausto: no hay inocencia posible. 

Distribución.
Mi carne se alimenta de la memoria.
Un nido de serpientes en mi boca llagada,
acuna cada palabra herida; mis ojos y un cuerpo atravesado por fantasmas, por jirones, por recuerdos esculpen mi nostalgia
más allá del propio cuerpo, más allá de cualquier imagen.

Recorro los cuerpos, sonámbula divinidad,
campo de batalla en el que crece la osamenta de los caídos.
Proporción y mesura en el tacto invisible.
La noche los concibe como un rastro en la arena
que el viento reescribe.
Estirpe en la niebla, oculta tras el velo de los ojos.

Cuerpo. Alfabeto de silencios y de umbrales,
puerta a mi anagrama,
pozo entraña mineral,  manuscrito salvaje de mi carne.
Mi cuerpo, mi escritura.