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lunes, 28 de abril de 2014

DECONSTRUCCIÓN

      Un bosque de metálicos juncos amarillos
      crece desnudo en mi ventana,
      con maderos muertos, que nacen, en sus copas.
      Donde mi corazón encerrado
      me mira rodeado por animales de musgo verde
      con movimientos recelosos como llevados por un río.

      Crecen los pesados juncos
      golpeando mis mañanas, con sonidos
      de queja amarillenta y roñosa.
      Crecen en días de lluvia rutinaria e invisible
      que pesadamente cae y los alimenta.

      Su savia es de barro y de cemento
      y sus raíces de hierro, dulce y naranja.
      Y se yerguen amenazantes
      sepultando mi odioso corazón.
      Las palomas de sangre picotean sus tallos
      y resbala dulcemente el agua subterránea

      que nace en su corazón de alcantarilla.

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