kintsugi
(la belleza de la cicatriz)
Hay un lugar donde la luz se oculta
y fecunda de grietas mi escritura; la puebla y agota
de infinito,
de ruinas y de pasado. De incesante destino, de efigies
y eternidad.
Anagramas y espejos fatigan y multiplican entre
tinieblas
cuerpos hilvanando caricias sobre otros cuerpos,
escribiendo, en la piel hermética, palabras. Cifrando
huellas
en cada miembro: tigres, árboles y el tacto mineral
de la memoria.
Y mis piernas o mis fauces florecen desde el barro: espejismos,
como un rastro de aullido y de ceniza,
inconcluso acceso a lo desconocido: el himen y la
noche;
donde un cuerpo baila
la secreta escritura de la lluvia.
la vida es aprender a amar lo que envejece
y tejer y destejer nuestra piel de servidumbres. Es
recorrer sus costados,
y que las yemas de los dedos sientan su rugosidad
sin apartarse.
Cosechar los reflejos rotos de las cosas, sus
espectros
y coserlos con oro
para concebir imágenes donde emerja la belleza.
§ Ángel
María García Martiartu
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