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“Vi de igual modo a Sísifo, el cual padecía duros trabajos
empujando con entrambas manos una enorme piedra”
Odisea,
Canto XI 593
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El
ocaso nos ofrece un cuerpo
en
sacrificio,
un
espacio
liminal, anfibio.
Una
oquedad que lo
llena
todo.
Un
rumor
de
destrucción que repta
viscoso entre los huesos.
Sisifo
y su camino.
Una
nostalgia
orgánica,
el comienzo
de
un eterno retorno
que
todo lo cambia.
Despierta
un
cuerpo vaciado, transido.
Su
gramática y sus gestos
se
repiten. Sus miembros
fronterizos
anuncian un nuevo mundo.
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Angel María García Martiartu
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