En el fondo de una habitación
hay un niño que sangra números negros,
números afilados, números rotos, tristes,
y letras infinitamente rojas, azules y
negras.
Vocales de sangre y sueño
que se escurren lentamente por su mesa
y que lentamente pueblan su bata.
En el fondo de una habitación
hay un niño que escribe silencios
y mujeres de azul espacial,
come relojes llenos de agujas
y en el otoño de sus ojos tristes
comienzan a nacer los versos de un
telegrama.
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