Rozaron tu
boca los espinos
e hicieron caminos de sangre
recorridos por mis llagas
asfaltados con alambre.
Me alimento con tus besos
tu sudor y tus suspiros
con tu sangre, con tu vientre
con tu amor y tus quejidos.
Con tu sombra, con tu cuerpo
con tu mirada, tus ojos
con el vacío que dejas
con tu nariz, con tus cejas
y con esos dos trazos de sangre
con los que a veces me besas.
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