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viernes, 18 de abril de 2014

LA PIEL DE LOS RECUERDOS, LA PIEL DE LA MEMORIA

Límites, fronteras.
Mi piel como las otras pieles; todas iguales todas distintas.
Tan informes e inconclusas, tan toscas e inacabadas
con la imperfección del lenguaje como huella;
Esa oscura frontera donde habitan las palabras: imprecisa, indefinida,
lujuriosa puerta al olvido y la confusión,
hechura forjada en el viento, en el aliento intimo de las cosas,
sombra mercúrea, forma permeable,
grafía turbia y porosa que intenta enclaustrar la memoria,
lánguida prisión que vanamente encierra al recuerdo,
a su arquitectura ambigua y desdibujada, a su orografía cambiante y
maliciosa.

Recuerdo y memoria.
Cada palabra contiene mi historia, dibuja el camino invisible que recorro.
Cada palabra revela lo esencial, lo primario, su valor ecuménico
pero cubre y enquista la percepción acumulada,
la percepción de todos los significados que ha tenido en mi vida,
cada imagen, cada trazo, cada rasgo cosido a la imagen primigenia,
cada pequeño trozo y variación,
cada fragmento, cada fracción, cada partícula.
Todo lo que la hace ser lo que es ahora.

Heridas, llagas.
Crisálidas en continua transformación sin mudar su piel,
larvas en metamorfosis sin que su horizonte se perturbe,
palabras en crecimiento, en infinita mutación sin cambio aparente.
La misma forma, distintas tripas.

Hálito, aliento, soplo.
¿Qué separa las palabras en mi boca? un sonido se entremezcla con otro
enturbiando su significado, manchando para siempre su materia.
Lengua/sonido/forma.
Palabra: animal variable y polimorfo.

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