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viernes, 18 de abril de 2014

UN INSTANTE, BRILLO EN LAS ESCAMAS.......

Ni siquiera el viento detiene la obstinada voracidad del presente: 
esa terquedad volátil pero continua que horada y derruye la existencia; 
esa presencia incesante 
     -turbia, fugitiva, efímera- 
sutil como el reflejo de la luz en la superficie de un río; 
con esa avidez inconsciente del lactante, 
con ese sabor a herrumbre y tierra seca que deja la sangre en la boca, 
moviéndose de forma intermitente y sin descanso; como la lluvia: gota a gota … 

Despierta mi osamenta de recuerdo: mineral e inmóvil; 
la memoria de la carne se abre paso hambrienta, 
entre la hostil persistencia del presente y su fugaz agonía, 
y un reflejo sordo permanece en la memoria. Como el dolor en la cicatriz, sólo recuerdo… 
El frío y dulce beso del espejo nos muestra cada instante como un brillo que se pierde, 
momentos que se escriben con un alfabeto de silencios, 
de cuerpos hollados por nuestras manos, de pieles recorridas. 

Dibujamos el esbozo de nostalgias, 
nuestros miembros se pierden entre resonancias de palabras nunca dichas, 
recorren ecos minerales hechos de hueso y obstinación; 
huecos que se completan de lujurias o de muerte, 
que se tejen en sonidos perdidos en las entrañas oscuras de la noche, 
para descubrir la fosforescencia irreal y apagada de las voces que hemos amado 
y permanecen en el tiempo como si fueran hilos invisibles que soportan nuestra existencia. 

La arena y el agua resbalan entre mis dedos 
    (el tiempo se mide en gotas de agua y granos de arena, en palabras que devora el presente) 
como una piel agrietada y deforme, 
como una piel muerta que dejara paso a la nueva carne 
que siendo la misma, vuelve a surgir cambiada. 
Y entonces miro mis manos, 
    (en ellas observo la fidelidad constante de cambiar) 
las venas, oscuras como vetas, rompen la lividez producida por años de encierro. 
Las miro absorto: 
    - su arquitectura funcional, su estructura, el orden que imponen a su oficio- 
Las veo esculpir el aire con su forma 
    (como amantes que encajaran perfectamente) 
en un baile furioso, con sus cuerpos de insecto, una sobre otra, 
copulando como fantásticos animales salidos de algún bestiario apócrifo. 
Las veo desnudar oscuros maniquíes que muestran en sus miembros cicatrizados 
lo irreal del recuerdo que teje nuestra memoria, hilando imágenes, 
pieles olvidadas, olores azules en sus tripas húmedas 
mientras en los huecos crecen momentos que nunca han existido.

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